martes, 4 de agosto de 2009

Marog (agosto 1994)

Hay infinidades de situaciones a las que no terminamos de acostumbrarnos.

Por una u otra razón, el nacimiento de una vida es nuestra alegría, mas el fin de ella es doloroso.

Paradójicamente, en ocasiones, por muy critica que sea la situación la espera de ver el inicio de una vida, representa Esperanza, mas su pérdida nos hunde en la derrota, que simboliza desolación.

Pero, sin embargo, que poco valor le damos a todos los seres vivos que se mueven a nuestro alrededor.

Que pocas oportunidades nos damos y brindamos en pro de la “vida”. ¡Caramba! Que mezquinos somos para regalar alientos, comprensión y apoyo a quienes en sin numero de veces coinciden con nosotros en el transcurso de nuestra vida.

Caminar, mirar y oír no es igual a detenerse, ver y escuchar: pues en franca comunicación la vida de todos nosotros, por cercana o distante que sea la relación, manifiesta de una fluida necesidad coherente a lo que sencillamente somos: “Vida”,

Luego más tarde o más pronto de lo que pensamos esa vida se nos va… y entonces solemos reevaluar y consideramos al final “que poco debemos aquilatar lo que nos duele en verdad”

¡Vivir, morir!
¿Quién da más?

marog.
agosto 1994

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