ELLA…
(A Rossana).
Ella es suave como la briza mañanera,
su oscuro pelo se encarga de enmarcar su labios
y sus labios entreabiertos destapan la magia de su voz.
La negrura de sus ojos sombrean mis recuerdos tristes.
Una vez al mes y me encuentro con ella,
una vez al mes y mis ansias tiemblan por su ausencia,
una vez al mes y la espera martilla mis angustias,
una vez al mes y…
¡Al fin! Estoy frente a su puerta.
Ella me llama
y su voz amorosa se engrandece en mi alma;
entro ocultando el temblor de mi alegría,
su abrazo y su beso, hacen que el tiempo
se detenga en su sonrisa.
Me señala el cuarto
y una cama azul me da la bienvenida.
Me quito la camisa mientras llega…
Abre la puerta y la luz se abrillanta en su rostro.
“Silencio… no hables”
cariñosa me dice…”Solo respira profundo y fuerte,
Sus manos tersas palpan mi ajado cuerpo.
Me acuesto y entrecierro los ojos,
su voz me arrulla, mi pulso se acelera…
Y una eternidad se atasca en el momento.
Ella termina y me levanto dejando atrás la cama azul,
el rumbo lo marca ella;
hablamos un poco más, reímos mucho
y su voz se me encima por dentro.
Me despido…
Otro abrazo largo, otro beso que estalla en alegrías simultaneas…
Y comienzo añorando su presencia.
“Hasta el próximo mes” y la tristeza se encarga de empujar mis pasos…
Afuera…
Mi esposa me mira y angustiada me pregunta:
“Mi amor ¿Qué te dijo la doctora?”
Simón
23/3/2010
Nota: Estas líneas son para una persona muy especial,
que espero se reponga pronto.
(A Rossana).
Ella es suave como la briza mañanera,
su oscuro pelo se encarga de enmarcar su labios
y sus labios entreabiertos destapan la magia de su voz.
La negrura de sus ojos sombrean mis recuerdos tristes.
Una vez al mes y me encuentro con ella,
una vez al mes y mis ansias tiemblan por su ausencia,
una vez al mes y la espera martilla mis angustias,
una vez al mes y…
¡Al fin! Estoy frente a su puerta.
Ella me llama
y su voz amorosa se engrandece en mi alma;
entro ocultando el temblor de mi alegría,
su abrazo y su beso, hacen que el tiempo
se detenga en su sonrisa.
Me señala el cuarto
y una cama azul me da la bienvenida.
Me quito la camisa mientras llega…
Abre la puerta y la luz se abrillanta en su rostro.
“Silencio… no hables”
cariñosa me dice…”Solo respira profundo y fuerte,
Sus manos tersas palpan mi ajado cuerpo.
Me acuesto y entrecierro los ojos,
su voz me arrulla, mi pulso se acelera…
Y una eternidad se atasca en el momento.
Ella termina y me levanto dejando atrás la cama azul,
el rumbo lo marca ella;
hablamos un poco más, reímos mucho
y su voz se me encima por dentro.
Me despido…
Otro abrazo largo, otro beso que estalla en alegrías simultaneas…
Y comienzo añorando su presencia.
“Hasta el próximo mes” y la tristeza se encarga de empujar mis pasos…
Afuera…
Mi esposa me mira y angustiada me pregunta:
“Mi amor ¿Qué te dijo la doctora?”
Simón
23/3/2010
Nota: Estas líneas son para una persona muy especial,
que espero se reponga pronto.