sábado, 18 de diciembre de 2010

Tiempos de Recuerdos (2a. Parte) Tiempo de Beisbol o mi niñez

Tiempos de Beisbol
TIEMPOS DE RECUERDOS
Cuento

II parte
(El tiempo de beisbol o mi niñez)


Abriendo el primer hueco se saltaron, alocadas de alegrías, un montón de canicas multicolores, le abrían paso tres grandes bolondronas y todas marchaban con su clásico sonido de maracas; se acunaron en mis manos, reencontrándome con mi infancia y sus vivencias.


Era llegar a la casa con un ojo morado por haber defendido mi propiedad privada, la única, que en ese entonces eran esas metras.


O recibir algunos correazos en las nalgas, por llegar tarde después de clase y cual explorador amazónico, con la única ropita del colegio…embadurnada de barro…


Luego, me asomo a la oscuridad de la profunda grieta y veo que me apuntan con un arma… es un viejo soldadito de plástico, su uniforme, su fusil, su casco y su cara era todo de verde.


Por un momento quise preguntarle donde estaba aquel glorioso regimiento con el que gané muchas batallas, acostado de barriga sobre el piso de mi casa vieja.


¿Qué pasó con los tanques que invadían playas y montañas? hechas con la tierra de las macetas de las plantas de mi madre… ¿Donde quedó su estatua de la libertad?…


Pero su mirada silenciosa y temeraria me hizo guardar silencio, me miró con el ceño fruncido, y sin bajar su arma, comprendí que era un duro y solitario sobreviviente… o tal vez un héroe abandonado…por su País de fantasías.


Detrás de él desfilaron: Un camión de Bomberos que cojeaba de dos ruedas, le faltaba la escalera, creo que tal vez se perdió en algunos de mis incendios imaginarios…


Los restos de una perinola… le faltaba el palo, la cuerda estaba deshilachada y mi dedo pulgar tembló recordando los golpes recibidos jugando “Martillito”.


Un trompo sin punta… en el costado agrietado, mostraba el agujero de una herida, huellas de los golpes que llevó, también fue un héroe de muchas peleas callejeras… ¿Cuál de mis amigos le daría el golpe de gracia?


También se me vino rodando, despacio, como para impresionarme: una descosida pelota de beisbol, tenía en uno de sus lados, una rúbrica desleída por la humedad….


Ahora recuerdo, ¡Me la dio mi viejo! …hace ya tanto tiempo…


La tomé en mis manos para acariciarla, y sentándome en mi viejo sillón…
…me reencontré una tarde jugando en la puerta de mi casa, era víspera de Navidad, mi padre llegó con unos amigos, estaban uniformados de peloteros, venian de jugar su caimanera, tal vez ganaron el juego porque venían contentos y lo más probable un poco encendidos; me tomó en sus brazos y luego de darme un sonoro beso en el cachete, me dijo “cierra los ojos y abre las manos”, pensé que, como era su costumbre me daría unos caramelos, pero sentí algo grande que casi no me cabía en ellas; cuando abrí los ojos, sostenía una hermosa pelota de beisbol…

Y tal vez vio el brillo de alegría en mis ojos… que hizo que uno de sus amigos la firmara, al devolvérmela, me dijo muy seriamente, “esta es la firma del mejor pelotero del mundo”.


Nunca puse en duda esa afirmación, de hecho mis amiguitos se quedaban boca-abiertas cuando se las mostraba y orgulloso les contaba lo del gran pelotero, “el mejor del mundo”.
Esta vieja pelota había sido mi gran tesoro.


Si mi padre viviera, lo llamaría para contarle lo feliz que me hizo recibir ese regalo, y lo hermosos que fueron mis momentos de la niñez …
...Continuara....

martes, 14 de diciembre de 2010

Tiempos de Recuerdos (1ra. Parte) El Comienzo

Tiempos de Recuerdos
TIEMPOS DE RECUERDOS
Cuento
I Parte (el comienzo)

Ayer fue viernes y empezó diciembre, comienza la época de la “alegría”; los tumbaranchos y triquitraques empiezan a perforarme los oídos...
y a veces no sabemos si son fuegos artificiales o simples balas buscando a la vida; las cervezas y el vino, aderezados con muchas hayacas, nos hace resentir el estómago, que poco a poco se convierte en panza.


Terminé mi trabajo y tomé rumbo a mi casa, cansado como siempre de “patear la calle”; las tiendas a mí alrededor me coqueteaban, tratando de sustraerme el poco dinero que recién había metido en mis bolsillos.


La tarde se iba marchando, empujada por la noche que bulliciosa de fiestas se hacía dueña de mi barrio.


La gente reía, bailaba y tomaba; una música estridente retumbaba por todo el lugar mientras yo me sentía cansado del trabajo…y de la vida, por ende mi humor no estaba muy dispuesto a compartir sus alegrías.


Al abrir la puerta de mi habitación, sentí por primera vez el olor de la tristeza; me detuve a ver de dónde salía… y pude sentir que sus paredes desconchadas, me hablaban de abandonos y pérdidas.


Grietas rellenas de nostalgias se paseaban por el piso, semejaban cicatrices, profundas huellas del batallar cotidiano, del que nunca se sale vencedor.


Cansado lancé mis trastos callejeros sobre el roído sillón “de visitas”… compañero triste de mis tristes historias; siempre allí, listo a compartir mis soledades etílicas.


Me recosté en mi cama, alcahueta silenciosa de amores inconclusos, cómplice eterna de trasnochos solitarios, impregnada de aromas de olvidos…


¡Ahhh! Como cambiaria ese olor por el perfume que se destila de un cuerpo femenino.


Y sin nada que hacer, sin nada que pensar, estiré mi mirada hacia arriba, quería traspasar el techo y las nubes, para llegar al infinito y extraer del profundo universo, la sabiduría… o al menos…


…un consejo de cómo recomenzar… o terminar mi vida.


Y lo que logré… fue tropezar con un techo ennegrecido por el humo de cigarrillos y el moho del abandono, que no dejaban reflejar la luz y la alegría, que intentaba colarse por el quicio las ventanas…


Mi mente se inundó de malos recuerdos.


Y una pequeña lágrima brotó de mi alma atormentada.


Y grité desesperado…


¡Ya basta!...


Tomé entonces una determinación, salí a buscar una gran caja donde echar todos mis recuerdos…

¡Voy a limpiar de tristezas mi cuarto!


Empecé por romper las paredes, todas ellas repletas de huellas de ilusiones que se fueron.

Descarcajando el friso, fui descubriendo huecos, donde yacían un montón de objetos inútiles que poco a poco y a través del tiempo, se fueron aparcando en las esquinas de mi vida.


Esto fue lo que encontré:

... Continuará....