sábado, 9 de abril de 2011

"Hace mucho frio" (Simón Oliveira)


“Hace mucho frio”

La oscuridad me envuelve,
el silencio me acompaña.

¡Estoy aquí!!!
  …y mi grito se pierde sin respuesta.

 ¡Estoy aquí!!!
 …y mis lágrimas me ahogan.

Trato de recordar:
  la música ronda por todas partes.
Mi padre me toma
y bailando me pasea
por el círculo que forman mis amigos,
luego me toma Manuel y Jacinto,
y otro, y otro, y otro…

Hoy cumplo quince años
y hay fiesta en mi casa.

...Él entra y se queda allí,
en la puerta;
alto, guapo, su ropa reluce
entre la muchedumbre.

Los otros chicos se recienten
y me inventan cosas de él:
que no estudia, ni trabaja,
que está metido en problemas,
que ni es esto, que ni aquello…

Pero es tan bello,
su sonrisa me atrae como un imán.

Ahí viene, se me acerca,
toma mi mano
me recuesto en su hombro
y su mejilla se acerca a la mía,
mis labios sedientos
se arriman a los suyos
…pero se acaba la música

Y me invita al balcón.
Siento que la noche me abraza.

Alguien lo llama desde abajo
volteo y miro…
…y el cañón de un revolver

suelta su mensaje de muerte.

Él se agacha, y yo siento que algo
perfora mis sueños…

Estoy aquí…
Tengo mucho frio…

¡Estoy aquiii!!!
¡Dios mío que alguien me escuche!


Simón Oliveira
“Cuentos de mi viejo barrio”








miércoles, 6 de abril de 2011

El hombre mas pobre del mundo... es una mujer (Rocío Santisteban)

Christian Rodriguez

El Hombre más pobre del mundo… es una mujer.
 Tomando prestado el título de este (hermoso y duro) poema, de la  escritora Peruana Roció Silva Santisteban (1963), la artista Christian Rodríguez nos presenta para la reflexión de nuestros ojos esta pintura, donde trata de expresar con colores, parte de lo que la poetisa “gritó” con hermosas palabras.

Esta obra fue presentada en el marco de la exposición “Eternas” de la “Sala de Artes Visuales Manuel s. Pérez”, Caracas.

 El Hombre más pobre del mundo
…es una mujer
peruana, africana, india,
quizás una mujer campesina.

 Una mujer que fue violada por el primer marido,
embarazada una y otra vez,
explotada durante su embarazo,
olvidada durante la lactancia y el parto.

 Una mujer que cortó el cordón umbilical con sus propios dientes,
que a los treinta se quedó sin marido sin calicho, sin pelo,
y después los hijos uno por uno
la olvidaron
a la vera de un camino.

 Una mujer que murió y no fue enterrada
cuyo rastro se perdió sobre la arena.

 Una mujer que ni siquiera es un viento,
Una mujer de quien no queda ni huella…

 Solo un eco,
Un eco sordo
Un resentimiento negro sobre la tierra.


Rocío Silva Santisteban
1963.