jueves, 30 de diciembre de 2010

Tiempos de Recuerdos (4ta. parte) Comienza la adolescencia

TIEMPOS DE RECUERDOS

IV Parte (Adolescencia)


Mientras extasiado recordaba los momentos de la navidad, casi me voy al suelo al tropezar con una chapaleta de buceo, compañera inseparable de mis días playeros.


Mi chapaleta estaba sola, tal vez fue abandonada por su pareja, la cual decidió quedarse olvidada en una playa aquella tarde, cuando a su dueño de pronto se le despertó la lujuria…
…Al ver las espumas del mar retozando sobre hermosos cuerpos femeninos, que brillaban escasos de ropas y bronceados por los rayos del sol.


De pronto me sentí con la cara llena de espinillas, me acerque al espejo del closet… y note que en mi rostro se dibujaba el esbozo de unos cuantos pelos que colgaban desordenadamente en mi barbilla, mostrándome el paso a una juventud incipiente, llena de caminos sorprendentes repletos de aciertos y errores.


…Y empezamos a cambiar nuestros intereses, comienzas por cambiar del colegio primario al liceo, te preocupas por aprender a bailar y las tontas niñas que te parecían fastidiosas, hoy despuntando la adolescencia, te parecen lo más hermosos que existe en este mundo…


Fue encontrarme con viejos libros, cuyas portadas mostraban el paso del las manos, sudadas de temor, ante los exámenes por presentar; cuadernos a medio llenar, donde números, definiciones, fórmulas y conceptos se mesclaban, con direcciones de hermosas amigas que quería enamorar…


A las primeras nunca las entendí y a las otras aunque me gustaban, nunca tuve el valor de visitarlas.


Con sorpresa, del fondo del desván apareció, cual pirata… un binocular que perdió su ojo izquierdo, cuando la vecinita del frente me descubrió, tratando de fisgonear sus atributos… Que después de un tiempo, logró ponerme a sus pies, profundamente enamorado.


Hoy que mi mente me trae su recuerdo, llega a mis sentidos el perfume de su piel morena, cuando jugando, descubrimos por primera vez el placer de bañarnos juntos.

Desde ese día comencé a botar los álbumes de barajitas, los carritos de juguete y mis colecciones de la revista “Playboy”.


De repente un brillo insistente brotó de la oscuridad, una medalla de guerra se vino rodando hasta detenerse, y saludándome, firme ante mí, con su voz metálica, me preguntó por el “General Napoleón”.


Mi mirada retrocediendo me acercó a un figura bastante mayor, aunque mantenía su porte marcial; vestía de kaki, sus botas retumbaban marchando los cementos de la calle, infinidad de condecoraciones se guindaban de su pecho y un casco de guerra venia plantado en su cabeza.

Y como Rubén Blades, en su canción “Sebastián”, nos dice: “Todo barrio tiene, por lo menos un loco”.

Napoleón era el nuestro y el de la placita que quedaba frente al Panteón Nacional.


Sin embargo, Napoleón era un “sabedor” de cosas de nuestra historia; aún me veo rodeado de amigos, todos con el uniforme del Liceo “Nuestra Señora del Valle”, haciéndole preguntas sobre la independencia… y él tocándose el bolsillo trasero, nos decía, con voz compungida: “¡ay bachiller! Es que ahorita casi ni me acuerdo”; eso significaba que su “carterita” de caña blanca se le había acabado; prestos, reuníamos algo de plata y le obsequiábamos una llena…


…Lo extraordinario de nuestro guerrero era que después de tomarse unos sorbos de aguardiente, nos contaba las historias tal cual sucedieron…
…Y lo mágico en él, es que se metía, armado hasta los dientes, en su narración.


Muchas veces hablándonos de batallas, cómo la de “Las Queseras del Medio”, él era uno de los lugartenientes de Páez.


En la “Victoria” luchó al lado de José Félix Rivas y en “Carabobo” fue asesor de Bolívar… y gracias a él se ganó esa batalla.


Nosotros nos reíamos sobre todo de su gestual: montando caballos que no existían y disparando a enemigos invisibles.

En qué guerra se nos perdió Napoleón, tal vez en la batalla contra su alcoholismo, o a lo mejor se mudó a un pueblecito cercano al cielo, para allí escudriñar a su gente y luego, después de un tiempo, bajar y traernos sus historias…


Y me pregunto ¿de dónde saque esa medalla?...

Imposible habérmela robado, a lo mejor la conseguí extraviada de batallas, en alguno de los bancos de la plaza…

O quizás fue Napoleón, que un día entro a escondidas y la colocó en algún lugar de la casa, para gritarme como montado en su caballo ¡A la carga!!! Y hacerme reír recordando los tiempos de mi adolescencia.









viernes, 24 de diciembre de 2010

Tiempos de Recuerdos (3ra parte) Las navidades

Tiempo de navidad
TIEMPOS DE RECUERDOS

Cuento.
III Parte (Tiempo para el niño Jesús)


Contemplaba embelesado aquella pelota, cuando en mis oídos, el mugir de un animal, se me hizo presente, giré buscando al que emitió aquel profundo gemido, y mi mirada se volvió hacia la grieta, aguzando mi vista pude ver que en el fondo habitaba agachado un buey.. Y a su lado le hacia compañía una mula, y ambos miraban con curiosidad a un niñito que permanecía acostado en su cuna llena de yerbas. Dando martillazos logre ampliar la grieta y pude sacarlos del tenebroso escondrijo.


Resulto ser un pequeño nacimiento…


…Y el recuerdo de la navidad se me hizo presente.

En nuestra casa comenzaba, cuando papá nos preparaba para subir al Ávila en busca de un buen chamizo, y ojo no era cualquier palo; durábamos horas escogiendo y midiendo las condiciones del mejor: debía ser de tamaño mediano a grande, no tan seco para evitar la fragilidad de las ramas, que fuese en lo posible simétrico y que terminara en forma piramidal.


Al conseguirlo lo transportábamos con mucho cuidado evitando la perdida de sus ramitas y al llegar a casa, mamá tenía preparada la mescla de jabón en hojuelas con que cubríamos aquel oscuro chamizo y lo transformábamos en un hermoso árbol blanco.


A papá le tocaba guindar las luces y las bambalinas navideñas, recuerdo que siempre discutíamos porque se nos permitiera (aunque nunca lo logramos) amarrar los adornos en aquellas frágiles ramas.


La sala de la casa resplandecía toda llena de luces y cercano el día del nacimiento del niño Jesús, se comenzaba a hacer la primera tanda de hallacas.


Papá tenía una olla grande, su forma era como de bañera ovalada, y solo se utilizaba para hacer el guiso de las hayacas o para preparar el guiso de Cazón, plato muy famoso entre sus amigos.


Era una actividad familiar, todos metíamos las manos, no tanto para ayudar, mas bien era para comernos los adornos de la masa (pasitas, aceitunas, jamón…), papá y mamá lo sabían… y se hacia los que no nos veían.


Luego de la cena del 24 a todos nos mandaban a dormir temprano para esperar la llegada del niño Jesús… que casi siempre traía lo que “no” le pedíamos y sin embargo al amanecer rompíamos el papel de regalo, desesperados por descubrir la sorpresa que ocultaban aquellas cajas.


¿Cuándo descubrimos al Niño Jesús?, no lo recuerdo, me imagino que fue poco a poco, lo que sí recuerdo es que mi hermano y yo (en aquellos tiempos) nos considerábamos mas “vivos” que nuestros padres, porque después de muchos días, descubríamos donde guardaban los regalos, pero siempre se mantuvo la sorpresa de no saber su contenido.


Inmediatamente venía el “año nuevo” y con él la segunda tanda de hallacas; el día 31 después de ponernos el “estreno”, nos reuníamos en la sala a esperar; cada uno de nosotros éramos poseedores de doce sabrosas uvas, las cuales nos comíamos a medida de que en “Radio Continente” sonaran las doce campanadas, luego del cañonazo todos nos abrazábamos, llorando algunos y otros aplaudiendo y riéndonos.


Luego pasábamos al comedor, allí nos esperaba la mesa estupendamente adornada y repleta de sabores; papá desde la cabecera nos dirigía sus palabras acompañándolas de la bendición del nuevo año…


…En el tocadiscos sonaba la voz chascosa de Andrés Eloy Blanco, palabreando su poema… “Madre esta noche se nos muere un año…”


Esa noche las puertas de todas las casas permanecían abiertas más allá de la madrugada, recibiendo a los vecinos, brindando con ellos y competiendo parte de los alimentos que llenaban las mesas.


Esto duro muchos años, incluso todos los hermanos, casados y con hijos, considerábamos sagrado aquel ritual y cada 31 de diciembre volvíamos a la casa paterna…


… la casa se hacia pequeña, cuando aquel ejercito invasor de hijos y nietos corría por todas las escaleras y desordenaban todas las habitaciones.


Y fue así hasta que papá se nos marchó, tratamos de seguir con la costumbre unos años más, pero aquella silla vacía en la cabecera de la mesa y los hijos que crecían muy rápidos, descubriendo sus propias amistades, nos obligaron a quedarnos cada quien en su casa…

¡Ah…!

… Al pequeño soldado y al maravilloso tesoro de la pelota, no pude vaciarlos de mi vida, al contrario los volví a guardar junto al nacimiento, y a pesar de unas cuantas lágrimas, me sentí feliz cuando pude revivir los hermosos tiempos de mi infancia.

sábado, 18 de diciembre de 2010

Tiempos de Recuerdos (2a. Parte) Tiempo de Beisbol o mi niñez

Tiempos de Beisbol
TIEMPOS DE RECUERDOS
Cuento

II parte
(El tiempo de beisbol o mi niñez)


Abriendo el primer hueco se saltaron, alocadas de alegrías, un montón de canicas multicolores, le abrían paso tres grandes bolondronas y todas marchaban con su clásico sonido de maracas; se acunaron en mis manos, reencontrándome con mi infancia y sus vivencias.


Era llegar a la casa con un ojo morado por haber defendido mi propiedad privada, la única, que en ese entonces eran esas metras.


O recibir algunos correazos en las nalgas, por llegar tarde después de clase y cual explorador amazónico, con la única ropita del colegio…embadurnada de barro…


Luego, me asomo a la oscuridad de la profunda grieta y veo que me apuntan con un arma… es un viejo soldadito de plástico, su uniforme, su fusil, su casco y su cara era todo de verde.


Por un momento quise preguntarle donde estaba aquel glorioso regimiento con el que gané muchas batallas, acostado de barriga sobre el piso de mi casa vieja.


¿Qué pasó con los tanques que invadían playas y montañas? hechas con la tierra de las macetas de las plantas de mi madre… ¿Donde quedó su estatua de la libertad?…


Pero su mirada silenciosa y temeraria me hizo guardar silencio, me miró con el ceño fruncido, y sin bajar su arma, comprendí que era un duro y solitario sobreviviente… o tal vez un héroe abandonado…por su País de fantasías.


Detrás de él desfilaron: Un camión de Bomberos que cojeaba de dos ruedas, le faltaba la escalera, creo que tal vez se perdió en algunos de mis incendios imaginarios…


Los restos de una perinola… le faltaba el palo, la cuerda estaba deshilachada y mi dedo pulgar tembló recordando los golpes recibidos jugando “Martillito”.


Un trompo sin punta… en el costado agrietado, mostraba el agujero de una herida, huellas de los golpes que llevó, también fue un héroe de muchas peleas callejeras… ¿Cuál de mis amigos le daría el golpe de gracia?


También se me vino rodando, despacio, como para impresionarme: una descosida pelota de beisbol, tenía en uno de sus lados, una rúbrica desleída por la humedad….


Ahora recuerdo, ¡Me la dio mi viejo! …hace ya tanto tiempo…


La tomé en mis manos para acariciarla, y sentándome en mi viejo sillón…
…me reencontré una tarde jugando en la puerta de mi casa, era víspera de Navidad, mi padre llegó con unos amigos, estaban uniformados de peloteros, venian de jugar su caimanera, tal vez ganaron el juego porque venían contentos y lo más probable un poco encendidos; me tomó en sus brazos y luego de darme un sonoro beso en el cachete, me dijo “cierra los ojos y abre las manos”, pensé que, como era su costumbre me daría unos caramelos, pero sentí algo grande que casi no me cabía en ellas; cuando abrí los ojos, sostenía una hermosa pelota de beisbol…

Y tal vez vio el brillo de alegría en mis ojos… que hizo que uno de sus amigos la firmara, al devolvérmela, me dijo muy seriamente, “esta es la firma del mejor pelotero del mundo”.


Nunca puse en duda esa afirmación, de hecho mis amiguitos se quedaban boca-abiertas cuando se las mostraba y orgulloso les contaba lo del gran pelotero, “el mejor del mundo”.
Esta vieja pelota había sido mi gran tesoro.


Si mi padre viviera, lo llamaría para contarle lo feliz que me hizo recibir ese regalo, y lo hermosos que fueron mis momentos de la niñez …
...Continuara....

martes, 14 de diciembre de 2010

Tiempos de Recuerdos (1ra. Parte) El Comienzo

Tiempos de Recuerdos
TIEMPOS DE RECUERDOS
Cuento
I Parte (el comienzo)

Ayer fue viernes y empezó diciembre, comienza la época de la “alegría”; los tumbaranchos y triquitraques empiezan a perforarme los oídos...
y a veces no sabemos si son fuegos artificiales o simples balas buscando a la vida; las cervezas y el vino, aderezados con muchas hayacas, nos hace resentir el estómago, que poco a poco se convierte en panza.


Terminé mi trabajo y tomé rumbo a mi casa, cansado como siempre de “patear la calle”; las tiendas a mí alrededor me coqueteaban, tratando de sustraerme el poco dinero que recién había metido en mis bolsillos.


La tarde se iba marchando, empujada por la noche que bulliciosa de fiestas se hacía dueña de mi barrio.


La gente reía, bailaba y tomaba; una música estridente retumbaba por todo el lugar mientras yo me sentía cansado del trabajo…y de la vida, por ende mi humor no estaba muy dispuesto a compartir sus alegrías.


Al abrir la puerta de mi habitación, sentí por primera vez el olor de la tristeza; me detuve a ver de dónde salía… y pude sentir que sus paredes desconchadas, me hablaban de abandonos y pérdidas.


Grietas rellenas de nostalgias se paseaban por el piso, semejaban cicatrices, profundas huellas del batallar cotidiano, del que nunca se sale vencedor.


Cansado lancé mis trastos callejeros sobre el roído sillón “de visitas”… compañero triste de mis tristes historias; siempre allí, listo a compartir mis soledades etílicas.


Me recosté en mi cama, alcahueta silenciosa de amores inconclusos, cómplice eterna de trasnochos solitarios, impregnada de aromas de olvidos…


¡Ahhh! Como cambiaria ese olor por el perfume que se destila de un cuerpo femenino.


Y sin nada que hacer, sin nada que pensar, estiré mi mirada hacia arriba, quería traspasar el techo y las nubes, para llegar al infinito y extraer del profundo universo, la sabiduría… o al menos…


…un consejo de cómo recomenzar… o terminar mi vida.


Y lo que logré… fue tropezar con un techo ennegrecido por el humo de cigarrillos y el moho del abandono, que no dejaban reflejar la luz y la alegría, que intentaba colarse por el quicio las ventanas…


Mi mente se inundó de malos recuerdos.


Y una pequeña lágrima brotó de mi alma atormentada.


Y grité desesperado…


¡Ya basta!...


Tomé entonces una determinación, salí a buscar una gran caja donde echar todos mis recuerdos…

¡Voy a limpiar de tristezas mi cuarto!


Empecé por romper las paredes, todas ellas repletas de huellas de ilusiones que se fueron.

Descarcajando el friso, fui descubriendo huecos, donde yacían un montón de objetos inútiles que poco a poco y a través del tiempo, se fueron aparcando en las esquinas de mi vida.


Esto fue lo que encontré:

... Continuará....







miércoles, 8 de diciembre de 2010

LLueve... (S.Oliveira)

LLueve...
Anoche no pude conciliar el sueño, a lo lejos el sonido estruendoso de los relámpagos, hacían retumbar las paredes de mi casa.



Miro el reloj, marca las cuatro y media de la mañana, estiro mi mirada hacia un lado y mi pequeño de tres años tiene los ojos abiertos, al verme su sonrisa tierna deja salir mi nombre: mamá.


Me levanto todavía soñolienta y lo tomo en mis brazos…


“¡Epa!”, le digo, “¡debo cambiarte el pañal porque huele a fuuú!”


Y exageradamente arrugo mi nariz, mientras Manuelito se ríe a carcajadas.


Aprovecho y llamo a Samuel para que deje el sueño a un lado y empiece a vestirse.


Comienzo a preparar el tetero y me doy cuenta que casi no tengo leche para el bebé y solo me queda un poco de queso para untarle el pan a Samuel.


- ¡Samuel apúrate que se nos hace tarde…!


Y él molesto me responde


- ¡Mamá déjame dormir! ¡Ayer suspendieron las clases por la lluvia…!


- ¡Lo sé y no me importa!, sabes que no te voy a dejar solo en el rancho… voy a hablar con la comadre a ver si puede cuidarlos a los dos.


Mientras los niños se desayunan, yo recojo los “coroticos” que vendo en la calle, rogándole a Dios, que pare esta lluvia y me ayude a vender algo, para comprar un poco de comida.


Ya en la puerta miro hacia el cielo, apenas son las seis de la mañana y unas nubes oscuras se sientan sobre el horizonte… Un dejo de preocupación se me mete en el alma.


Dejo los muchachos y me preparo para bajar los interminables escalones que me llevan a la parada de autobús; una garúa fina nuevamente envuelve mi cerro, abro el paraguas y sendos riachuelos que se formas a los lados me acompañan mientras bajo, con cuidado, las escaleras.


Tardo en llegar a la parada, las gotas finas se han convertido en lluvia, somos muchos los que esperan, como puedo me meto a empujones en el autobús y casi se me caen las bolsas con los corotos, gracias a señor amable que me sede su puesto, puedo evitar caerme con todo y bulto.


Llueve a raudales, otro día perdido… y la neverita vacía.


Un tufo a sudor rancio va llenando el autobús, todos los vidrios están cerrados y el respirar se nos dificulta; el chofer lleva la radio a todo volumen y afuera una tremenda cola me secuestra dos horas de mi vida.


Las sirenas y cornetasos de los carros y las ambulancias, luchan entre sí para ver quién puede volvernos locos.


El reggaetón y las noticias comienzan a mezclarse…


“…Mamucha te espero en esta esquina cerca del bar o me muero de agua por el aguacero o me muero de alcohol sin tu cariño…”


- Varias casas, quedaron tapiadas en “El Valle”…


- Están desocupando a los habitantes de “La Dolorita”, ante el temor de venirse abajo el cerro.


“…Mira mamita, no me dejes ahora, ábreme tu corazón para convivir contigo, no quiero sentirme como un refugiado…”


- Hasta esta hora van más de treinta mil damnificados en todo el país.


- Se esperan lluvias torrenciales durante más de 24 horas.


...Voy maldiciendo los minutos que pasan, debí quedarme en el rancho con los muchachos… Estos son los momentos en que me arrepiento de haberme escapado de mi pueblo, allí al menos tenía a mis padres…


Las noticias siguen


- La quebrada Anauco y la de Maripérez se han desbordado, se desconocen el número de desaparecidos.


...Y tal vez hubiera conocido a un mejor hombre, que me cuidara y no habría tropezado con el maldito del “Rafucho”


- Se ha derrumbado parte de la autopista de “La Guiara”.


...Y mis niños tuvieran un Padre… y podrían cenar esta noche…


- El cerro “Papelón” se vino abajo y arrastro muchas de las humildes viviendas, con sus habitantes.


¡Coñoooo! ¡Mis Hijos!...


Como puedo salgo del autobús, dejo todo: mi cartera, la bolsa con los corotos y hasta mis zapatos…


¡Son mis hijos!...... ¡Dios mío cuídamelos!....


…/…

…Anita, mira cariño, te traje el periódico.


Antonio porque te levantaste tan temprano, si hoy es domingo.


Nena, me provoco caminar un poco y aprovechar este sol que al fin se deja ver después de varios días; quédate en la cama mientras yo te preparo un sabroso desayuno.


Está bien Cariño, te espero… voy a leer las noticias…


“Después de dos días de lluvia continua, los desastres han sido impresionantes, casi la mitas del país ha sido testigo de la tragedia ocurrida, las carreteras y autopistas están cerradas, pero algo curioso sucedió durante esas 48 horas, de las cientos de víctimas que se sucedieron durante la vaguada, solo dos fueron por arma de fuego y una señora que murió atropellada al lanzarse de un autobús en marcha…


También hubo milagros dentro de tanta tragedia: el cerro “El Papelón”, se vino abajo llevándose las cincuenta casas que formaban el barrio, los bomberos trabajaron con mucha cautela en la búsqueda de sobrevivientes, ya que la mayoría de esas viviendas tenían bombonas de gas que quedaron tapiadas; al final de una tarde llenas de cuerpos sin vida y temiendo por la posibilidad del estallido accidental de algunas bombonas, los bomberos y defensa civil determinó que se debería detener por hoy la misión de rescate, para continuarla mañana…


Mientras los últimos bomberos y rescatistas bajaban con cuidado, uno de ellos escucho un quejido, enseguida los demás se acercaron y a pesar de la oscuridad, comenzaron a remover los escombros, sacando con vida a dos pequeños niños de 3 y 12 años de edad….”


Simón Oliveira.

martes, 30 de noviembre de 2010

Detrás de los Sueños (¿fue una pesadilla?) escrito en 1966

Detrás de los sueños
“DETRÁS DE LOS SUEÑOS”
(pórtico)
“Noche, cuna de amor,
¡ sentimental balido!
De un poeta que fue,
súplica vana.
Un hombre que huye de su propia verdad …
un poco amarga.
1966



La noche. Triste, llena de espanto, caminaba;
solo y lúgubre, vagaba por la escoria;
solo el frio era mi compañero.
No sabía a donde iba, pero quería evadirme
del martirio de saberme muerto entre los vivos.


El aullido de los perros parecianme llantos,
quejidos lastimeros,
traídos por el viento, desde campos inciertos .
¡ Yo era el hijo de esa noche ¡¡¡
Viuda de estrellas,
montada en el más puro ébano de mi destino.


Poco a poco llegaba hasta la OMEGA
– final de todo caminante -;
ante mí un umbral con astas de banderas,
ya caídas,
con nombres y reseñas,
se elevaba del suelo al cenit .
El umbral que separa la vida y da paso a la muerte.


Estatuas calcinadas por astros de elevada estatura saludabánme,
un infinito de espesura con bosques de poetas,
dejaba ver un eccehomo,
bajo sus pesadas sendas.


En mí lento caminar por esas calles,
pisaba casas, entreabriendo puertas,
que asomaban:
de unos, los cráneos sin muecas,
los brazos desnudos de carne,
donde había ojos, veía vacías cuencas.
De otros, el polvo y gusanos,
partes vivas de aquellos entes sin vida,
hijos de una carne convertida en carroña.


Sentía en derredor
que cientos de ojos me acosaban,
sentía sus miradas talar mis tuétanos;
quemantes sus pupilas hacían hervir el éter de los quejidos,
que si antaño parecianme de los perros,
ahora brotaba de esa lozas.


Llantos de los hijos que no amamantó la madre,
que ya hoy no besa el padre,
llanto de los hijos de esa noche,
llanto de los muertos,
que quema los huesos, sin ojos,
sin lagrimas, sin piernas, sin brazos
… pero con llanto ¡¡¡


Ya no oía el ecos de mis pasos
repetirse incansablemente por entre aquellas tumbas, lápidas labradas en el mármol glorioso de mas de un tiempo;
Se opacaba el sonido ante el murmullo del viento, entre los huesos rotos y el polvo
y ante el sonido acuoso de la sangre
¡¡¡ Sangre que quería permanecer viva entre los muertos¡¡¡


Un viento frio me helaba los labios.
Palabras nunca escuchadas,
brotaron de la escoria de la vida
acompañadas de carcajadas y de llantos,
 “Acércate – repetían - .
Ven, deja a nuestros escuetos brazos buscar calor en tí ¡¡¡


¿No se cuanto duro mi lejanía?
¿No sé cuantos desnudos brazos acariciaron me? ¿Cuantas veces mis labios besaron sus labios?
¿Cuantas veces mis manos besaron sus manos?
No se ¡¡¡
solo se que estuve con ellos,
que nos contamos penas y que con ellos lloré


Ya oigo el clamor del gallo brotar por la ventana.
La noche dará paso al nuevo día;
Día de luces y alegrías volverán a cubrir esta ciudad…

 Más, allá,
donde existe la OMEGA,
después de aquel umbral,
en esa ciudad desierta,
donde flores de poetas y álamos fuertes cuidan nuestra eternidad.

Me estarán esperando esos cráneos
y esas puertas, esas calles, esas cruces, esas tumbas
… y UNA MUERTA…

jueves, 18 de noviembre de 2010

En el Centenario de Miguel Hernández... Poeta

Nanas de la cebolla - Miguel Hernández

Este poema lo escribe el gran poeta español Miguel Hernandez en prisión, cuando recibe una carta de su esposa, donde le comunica que su hijo solo puede comer pan y cebolla, debido a su mala situación económica…


NANAS DE LA CEBOLLA

La cebolla es escarcha
cerrada y pobre.
Escarcha de tus días
y de mis noches.
Hambre y cebolla,
hielo negro y escarcha
grande y redonda.


En la cuna del hambre
mi niño estaba.
Con sangre de cebolla
se amamantaba.
Pero tu sangre,
escarchada de azúcar,
cebolla y hambre.


Una mujer morena
resuelta en luna
se derrama hilo a hilo,
sobre la cuna.
Ríete, niño,
que te tragas la luna
cuando es preciso.

Alondra de mi casa,
ríete mucho.
Es tu risa en los ojos
la luz del mundo.
Ríete tanto
que mi alma al oírte
bata el espacio.


Tu risa me hace libre,
me pone alas.
Soledades me quita,
cárcel me arranca.
Boca que vuela,
corazón que en tus labios
relampaguea.


Es tu risa la espada
más victoriosa,
vencedor de las flores
y las alondras.
Rival del sol.
Porvenir de mis huesos
y de mi amor.


La carne aleteante,
súbito el parpado,
el vivir como nunca
coloreado.
¡Cuánto jilguero
se remonta, aleta,
desde tu cuerpo!


Desperté de ser niño:
nunca despiertes.
Triste llevo la boca:
ríete siempre.
Siempre en la cuna,
defendiendo la risa
pluma por pluma.


Ser de vuelo tan alto,
tan extendido,
que tu carne es el cielo
recién nacido.
¡Si yo pudiera
remontarme al origen
de tu carrera!


Al octavo mes ríes
con cinco azahares.
Con cinco diminutas
ferocidades.
Con cinco dientes
como cinco jazmines
adolescentes.


Frontera de los besos
serán mañana,
cuando en la dentadura
sientas un arma.
Sientas un fuego
correr dientes abajo
buscando el centro.


Vuela, niño, en la doble
luna del pecho:
él, triste de cebolla,
tú, satisfecho.
No te derrumbes.
No sepas lo que pasa
ni lo que ocurre.









domingo, 7 de noviembre de 2010

Pequeñas Palabras (Francisco Maduro)

pequeñas palabras
PEQUEÑAS PALABRAS

Llegaron
temprano
de mañana,
eran breves
eran pocas,
tan solo palabras,
pequeñas palabras,


mínimas,
débiles,
frágiles,
indefensas,


pero llenas
de ausencias,
de silencios,
de tristezas,


y le crecieron la casa,
le ensancharon paredes,
le formaron espacios sombríos,
le abrieron puertas de soledades.


Fue muriendo un poco
buscando entre escombros
la memoria inútil de alguna canción
una carta olvidada,
un perfume,
un paisaje,
un recuerdo,


a su caricia sin piel,
a su boca tan desierta,
a sus pasos perdidos
lejos de esa casa
sin domingo,
sin vida,
sin aire,
sin fe.

Francisco Maduro.

martes, 2 de noviembre de 2010

Dime (Ana Osorio)

DIME

Dime tan solo una palabra de amor
y seré poeta,
seré quien, enamorada, y quien con mi pincel en flor
pinte una estela en tu silueta.


Dime que al roce de mis labios
tu alma vuela,
y haré de las estrellas fugitivas
una manta para cubrirte mientras sueñas.


Dime que, por mi, tu corazón tiembla,
que agobiante desespera,
para ser vereda bajo tus pies
y besarlos con el poco aliento que me queda.


Dime que serás mío sin altivez,
aunque en la pugna por creerte, desfallezca;
dímelo aunque tu voz tenga resonancia una sola vez,
dímelo, que quiero de tu destino ser...
la vida entera.


Ana S. Osorio.
2009

miércoles, 27 de octubre de 2010

Amiga Mía (simón)

Hasta Siempre
Amiga Mía:

Tardé en contestar tu mensaje y quiero disculparme.

Te explico:
Cuando lo leí me sentí muy emocionado, al principio tus palabras fueron como un aromático café por la mañana, como la bendición de la madre, la mirada de tu compañera, el abrazo de los hijos al despertarte; por esa alegría te escribí una hermosa y larga carta de amistad, a mi edad es importante escribir las cosas para no olvidarlas.


Sé que puse mi mejor esfuerzo y tú quedarías impresionada al leerla.


Comenzaba, además del saludo que era como muy circunspecto “Amiga siento profundo placer al saber que me escribes…”

Continuaba expresando “la ternura que tiene tu rostro con tus ojos color de espuma, lo emocionante de descubrir tu alma en nuestra primera cita y lo reconfortante que fueron tus dulces palabras cuando te entregue esa parte de mi vida…”, claro seguramente lo escribí con tonos menos románticos.

Luego creo recordar que me expresaba sobre tus consejos y recomendaciones y decía algo como… “gracias por tu permanente lealtad y tus acertadas orientaciones” aunque sé que esa parte no era tan seca…

Y acercándome al final terminaba escribiendo sobre “la profunda tristeza que se adueña de mi alma al no poder continuar disfrutando de tu compañía”, aunque creo que no era tan cursi.


En fin al terminarla, muy orgulloso la guarde muy bien, sin embargo me sentía apesadumbrado, porque en ella me despedía de esos momentos mágicos que siempre guardaré en mi memoria…


Es una esplendida Carta de tres páginas y te juro que ha sido la mejor que he escrito en mi vida… estoy seguro que tú la hubieses guardado como un tesoro.


Pero… desafortunadamente llevo días y días buscándola por los rincones de mi casa, la llamo por todas partes y no me contesta…


…debo aceptarlo: la edad y el olvido que a ella acompaña me enfrenta a una triste realidad “NO LA ENCUENTRO” y lo peor no me acuerdo bien lo que escribí.


Entonces tomé la decisión de dejar la carta donde la guardé (tal ves fue en el olvido) y decirte:


Amiga mía por siempre y para siempre: te quiero mucho.


Simón

lunes, 18 de octubre de 2010

Cuando quiero llorar... no lloro (Un homenaje a Miguel Otero Silva)

Cuando quiero llorar... No lloro
La ley natural de todas las especies que pueblan nuestro planeta es “Nacer, multiplicarse y morir. Desafortunadamente y gracias a los medios comunicacionales (prensa, radio, televisión, cine e internet), hoy nos hemos acostumbrado a la muerte, pero no como el hecho natural que anuncia el fin de nacer, que en el caso común del ser humano representaría “llegar a la vejez, después de una vida útil y agradable”…


… hoy Las noticias diarias nos invaden:


“Un motorizado le arranca la bolsa de comida a una ancianita y al tumbarla le fractura el cráneo”.


“Un drogadicto maloliente le cercena el cuello a una señora por quitarle un blackberry”.


“Matan a un hombre frente a su hija por robarle la moto”.


“Motín en la cárcel deja 15 muertos”.


“Banda se entrompa a la policía y se producen cinco muertos”.


“En la morgue tienen hacinados 40 cadáveres….”


…Y la mayoría de estos hechos involucran a personas que no pasan de los treinta años.


Recuerdo que hasta no hace mucho mi padre me repetía incansablemente que “ser HOMBRE, era tener un hijo, sembrar un árbol y escribir un libro”, tal vez esto era lo que representaba la hermosa simpleza de vivir: constituir una familia, enseñándole a los hijos los preceptos de humanidad, honradez y humildad, educarnos para servir y amar, respetando a la naturaleza.


Hoy y gracias a esos medios comunicacionales, es nuestro deber “vivir con éxito”, sin tomar en cuenta que en “términos generales” los conceptos de éxito tienen diferentes apreciaciones según las latitudes donde estemos: para los occidentales consiste en tener la mayor cantidad de bienes materiales, sin tomar mucho en cuenta como los adquirimos, mientras que los orientales les gusta lo mismo pero son más apegados a acercarse al trabajo, al espíritu y a la conciencia.


Desafortunadamente esa nueva forma de ver la vida, nos obliga a trabajar muchas horas al día (y muchas veces en la noche) para lograr el bienestar familiar, abandonando o para decirlo menos cruel, dejando a nuestros hijos en manos de “expertos” que los cuiden y atiendan, los alimenten, eduquen y les enseñen como aprender a “vivir con éxito”; y esto no solamente se ve en las llamadas “clases más humildes”, también las clases medias, que tal vez por su mayor información y por su mejor posición económica, creen que dedicándole algunas horas semanales al acercamiento con su prole, pueden protegerlos de esos mismos medios que permanentemente nos recuerdan lo obligado que estamos a “vivir bien”.


Debido a este alejamiento, nuestros hijos se han convertido en mutantes y no hacemos nada para evitarlo al contrario tratamos de ayudarles en esos cambios comprándoles cualquier cosa que se les ocurra (como una especie de disculpa, por el poco tiempo de que disponemos); observemos a nuestros hijos (sobre todo los adolescentes): caminan encorvados, ausentes como zombis, cuando le hablamos no nos escuchan por que permanentemente cargan un aparatico que les tapa los oídos, no hablan a menos que sea encerrados en su cuarto y lo hacen a través de una computadora, la única manera de estar con ellos es jugando con sus adminículos electrónicos, donde se saben poseedores de la habilidad y del conocimiento y por ende nos darán una paliza.


Pero hay algo más grave y es que una de las pocas cosas que compartimos con ellos, quizás sin darnos cuenta y que a lo mejor se posesiona muy sutilmente en nuestras mentes, a través de los medios comunicacionales…es lo frágil y corta que puede ser la vida.


Y es que muchas veces sin darnos cuenta, somos participes en la “apología del crimen” para con nuestros hijos, por ejemplo, cuando llevamos a nuestros pequeños a ver una película donde un villano, por lo simpático que nos resulta, puede convertirse en un ejemplo a seguir; otras cuando les compramos los juegos del PlayStation o el Wii, donde la violencia extrema y el uso de las armas es una constante.


En muchos casos nuestro odio manifiesto, cuando nos referimos, en nuestro hogar, a una posición política en especial, sin tener cuidado con el lenguaje que utilizamos y que fácilmente es admitido (el odio y el lenguaje) y repetido por nuestros pequeños sin saber de qué se está hablando.


O cuando, las televisoras tratando de subir el ranking, se introducen en nuestros hogares trasmitiendo novelas donde se ponderan y magnifican: las mafias, el consumo y tráfico de drogas, la prostitución y la pornografía.


Con respecto a esto, una vez viendo la versión televisada de la novela “Cuando quiero llorar no lloro” le pregunte a alguien porqué uno de los personajes importantes que plasmó Miguel Otero Silva: Victorino, el estudiante de clase media, izquierdista y guerrillero, lo cambiaron por un policía y ese alguien me contestó “chico no se puede hacer vanaglorias de la guerrilla colombiana… y me pregunto: ¿Es mejor homenajear a un CAPO de la Droga?


Todo esto forma parte de la violencia silenciosa que esta vida de éxito, nos empuja.

Simón Oliveira

martes, 12 de octubre de 2010

Che Guevara (Octubre 2010)

Carta a los hijos (che
Ernesto Guevara (el Che) escribió este poema a la “Vieja” María, paciente moribunda, que trató medicamente cuando ejercía su profesión en un hospital de México…

Poco después partiría rumbo a Cuba, en “El Granma”, para comenzar la lucha guerrillera en la “Sierra Maestra”




Vieja María, vas a morir,
quiero hablarte en serio.


Tu vida fue un rosario completo de agonías,
no hubo hombre amado, ni salud, ni dinero,
apenas el hambre para ser compartida;
quiero hablar de tu esperanza,
de las tres distintas esperanzas
qué tu hija fabricó sin saber cómo.


Toma esta mano que parece de niño
en las tuyas pulidas por el jabón amarillo.
Restriega tus callos duros y los nudillos puros
en la suave vergüenza de mi mano de médico.


Escucha, abuela proletaria:
cree en el hombre que llega,
cree en el futuro que nunca verás.


Ni reces al dios inclemente
que toda una vida mintió tu esperanza;
ni pidas clemencia a la muerte
para ver crecer a tus caricias pardas;
los cielos son sordos y en ti manda el oscuro,
sobre todo tendrás una roja venganza
lo juro por la exacta dimensión de mis ideales.


Muere en paz, vieja luchadora.


Vas a morir, vieja María;
treinta proyectos de mortaja
dirán adiós con la mirada,
el día de estos que te vayas.


Vas a morir, vieja María,
quedarán mudas las paredes de la sala
cuando la muerte se conjugue con el asma
y copulen su amor en tu garganta.


Eres tres caricias construidas de bronce
(la única luz que alivia tu noche),
esos tres nietos vestidos de hambre,
añorarán los nudos de los dedos viejos
donde siempre encontraban alguna sonrisa.


Eso era todo, vieja María.
Tu vida fue un rosario de flacas agonías,
no hubo hombre amado, salud, alegría,
apenas el hambre para ser compartida,
tu vida fue triste, vieja María.


Cuando el anuncio de descanso eterno
enturbia el dolor de tus pupilas,
cuando tus manos de perpetua fregona
absorban la última ingenua caricia,
piensas en ellos. Y lloras,
pobre vieja María.


¡No, no lo hagas!


No ores al dios indolente
que toda una vida mintió tu esperanza;
ni pidas clemencia a la muerte
tu vida fue horriblemente vestida de hambre,
acaba vestida de asma.


Pero quiero anunciarte
en voz baja y viril de las esperanzas,
la más roja y viril de las venganzas,
quiero jurarlo por la exacta
dimensión de mis ideales.


Toma esta mano que parece de niño
en las tuyas pulidas por el jabón amarillo,
restriega los callos duros y los nudillos puros
en la suave vergüenza de mi mano de médico.


Descansa en paz, vieja María,
descansa en paz, vieja luchadora,
tus nietos todos vivirán la aurora,
¡Lo juro!!!