Andrés Eloy Blanco |
“La prisión Destruye al Hombre”, esto lo he oído repetir infinidad de veces… y hasta cierto punto es verdad, estamos viendo la imposibilidad del estado (ojo no solo en Venezuela, sino en todo el mundo) por detener la violencia en todas sus formas.
Mucha de esta violencia es realizada por el mismo estado, casi siempre al no ofrecerle al preso las posibilidades de entender que los “derechos humanos” los tenemos TODOS (incluso a los que ellos violaron, asesinaron, robaron…). En otras ocasiones, es el estado que considera que le es permisible aplicar dicha violencia (mediante la aplicación de todas las formas de tortura) para evitar (según el estado) otros ¿hechos criminales?
Y las más de las veces, porque el habitante de esos antros, llamados cárcel o “Escuela del Crimen”, no tiene “compón”.
Sin embargo, hay una minoría, que logra superar estas situaciones convirtiéndose en un ser útil a la sociedad.
Aquí, la muestra de un HOMBRE, que pese a las torturas soportadas durante su reclusión en “LA ROTUNDA” y en el “Castillo Libertador” de Puerto Cabello”, se convirtió en el poeta más conocido de Venezuela… Andrés Eloy Blanco.
Estos poemas fueron escritos durante su cautiverio…
Sobre el disco de la Rotunda
negro y lleno de presos,
ha venido a pararse
el disco de la luna.
Anverso de luz
reverso de noche
y un cartero tahúr,
frente a frente con la Esperanza
nos juega a cara o cruz.
“Cometa”
1929
Por un bosque de cielo
ha asomado una cometa.
Algún niño del mundo
elevó su cometa con la racha;
algún niño de la ciudad
que no sabrá a esas horas como le han bendecido
los hombres de acá.
Los ojos de todos los presos
han prendido los cordeles de sus miradas
a la cometa de colorines
que se ha asomado al techo como mujer curiosa.
Todos zigzaguean con ella,
todos quedan inmóviles con ella, cuando duerme
sobre el cojín azul del ventanillo;
todos tienen el corazón montado;
subimos a la cometa
y bajamos a la mano y al corazón del niño.
La cuerda se rompió de repente
y la cometa vaciló,
pero ha quedado inmóvil, sostenida
por los cordeles de nuestras miradas.
Lo malo es que de pronto, los presos han llorado
y han cerrado los ojos…
y ¡claro! La cometa se ha ido viento abajo…