sábado, 11 de septiembre de 2010

Prohibido Olvidar II (Chile /Septiembre 11)


Últimas palabras de un Presidente

A las 10.15, a través de Radio Magallanes (la única pro-gubernamental aún no silenciada), Allende emite su último mensaje a la Nación:

“Me dirijo a la juventud, a aquellos que cantaron y entregaron su alegría y su espíritu de lucha; me dirijo al hombre de Chile, al obrero, al campesino, al intelectual, a aquellos que serán perseguidos, porque en nuestro país el fascismo ya estuvo hace muchas horas presente en los atentados terroristas, volando puentes, cortando las vías férreas, destruyendo los oleoductos y los gasoductos, frente al silencio de los que tenían la obligación de proceder…

…la historia los juzgará.

Trabajadores de mi patria:

Tengo fe en Chile y su destino.

Superarán otros hombres el momento gris y amargo, donde la traición pretende imponerse. Sigan ustedes sabiendo que, mucho más temprano que tarde, se abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre libre, para construir una sociedad mejor.

¡Viva Chile, viva el pueblo, vivan los trabajadores!

Estas son mis últimas palabras, teniendo la certeza de que el sacrificio no será en vano. Tengo la certeza de que, por lo menos, habrá una sanción moral que castigará la felonía, la cobardía y la traición.”

A las 11.52 los aviones Hawker Hunter inician su ataque a La Moneda, disparando en cuatro oportunidades sus cohetes sobre la casa de gobierno, el daño causado es devastador. Otros dos aviones bombardean la residencia presidencial de Tomás Moro, a la sazón defendida por los miembros del GAP que no alcanzaron a llegar con Allende.

El ataque prosigue al palacio de gobierno con el uso de gases lacrimógenos, pero al ver que La Moneda todavía se negaba a rendirse, el general Palacios decide tomarla y envía a un grupo de soldados a derribar la puerta del palacio, son las dos y media de la tarde.

Dentro le gritan a Allende:
¡Presidente!, ¡el primer piso está tomado por los militares! ¡Dicen que deben bajar y rendirse!

El presidente dispone rendirse:
¡Bajen todos! ¡Dejen las armas y bajen! Yo lo haré al último.

Entonces, según el testimonio de uno de sus doctores, Patricio Gijón, que regresó para llevarse su mascarilla antigás ("de recuerdo", dice), con el fusil AK-47 que le había regalado Fidel Castro durante su estadía en Chile, dijo:

¡ALLENDE NO SE RINDE MILICOS CULIADOS!

Se dispara en la barbilla, explotando la bóveda craneana y muriendo al instante.
El 11 de septiembre de 1973, en Chile, el presidente legítimo Salvador Allende muere en el marco de un golpe militar apoyado por la CIA que marcó el comienzo de un régimen de terror comandado por el dictador Augusto Pinochet y durante el cual fueron asesinados miles de chilenos.

El golpe fascista del 11 de Septiembre de 1973 en Chile era el resultado de la acumulación del odio de Washington hacia la administración Allende. La reforma agraria, la congelación de precios y la nacionalización de las empresas estadounidenses, principalmente las explotadoras de cobre, principal recurso minero y económica de este país, equivalente al Canal de Panamá, ambos, explotados sin revertir hasta entonces beneficios reales a las economías nacionales.
Sin embargo el principal temor de Washington radicaba en el precedente que sentaría el modelo de Chile a los partidos y movimientos emergentes en Latinoamérica…

OJO…aún el peligro existe….

Ver recortes de periódicos en:

http://www.flickr.com/photos/atravesdemiventana/sets/72157625067183556/

recortes fueron publicados en diferentes diarios y revistas de esa época y son parte de los cachivaches que vamos arrastrando a través del tiempo.

martes, 7 de septiembre de 2010

Hay dias... (3ra y ultima parte)




Hay días… (Parte III)

Es miércoles y debo volver al hospital, aún tengo muy fresco el recuerdo del día anterior.
Sin ganas comienzo mi rutina…

Se nota que el frio madrugador les pegó la cobija a los vehículos y a sus dueños, esta vez hay poca cola en la autopista.

Llego al hospital y son apenas las 6:15 am esto significa que debo estar más tiempo en la cola (abren a las 7 en punto), pero esta vez cuento con la compañía de mi mujer, esto nos permitirá intercambiarnos en la espera; cuando llego a la taquilla me sorprendo:
¡Solo hay 10 personas en la cola!

Soy el feliz poseedor del Numero 11, esto alivia un poco el pesar de mis recuerdos ya que significa que quizás... si no hay otra “unicaodiosa”... podremos salir más temprano de la consulta.

Hoy me toca “Cirugía Plástica”, es en el primer piso, la sala de espera es bastante espaciosa, mas ventilada y a pesar de que el televisor es más pequeño, sus sillas son más humanas, debo decir más anchas y más cómodas.

Me acomodo y de la bolsa de exámenes sacó mi libreta de apuntes, me quedo pensando sobre que escribir, cuando una enfermera grita mi nombre… con dudas veo el reloj y eran apena la 8: am, esto es un milagro, si tomamos en cuenta que la visita médica termina a las 9 am.

Inmediatamente mi mujer me insiste que me apure, poco le falto decirme “!bocabierta, apúrate¡” y como puedo recojo mis cachivaches y me dirijo al consultorio.

Este médico, por prevención y a solicitud de la doctora de oncología, me hizo extracciones de algunos lunares que presentaba en la cara, y para este día debía venir a buscar los resultados, con paciencia me quitó los puntos de sutura y como no había llegado la biopsia me pidió que esperara afuera mientras él la mandaba a buscar.

Nuevamente en la sala de espera, recordé que aún tenía varias consultas pendientes por citas, guarde de nuevo mi libreta de apuntes y aprovechando el tiempo me fui a oncología a solicitar la fecha de mi nueva cita…

Y fue una agradable sorpresa, conseguirme con dos de las doctoras que conocían a fondo mi historia clínica y por la cuales tengo profundo aprecio. Una de ellas convaleciente de una reciente operación, estaba más hermosa que nunca, que placentero fue recibir su abrazo y la otra igual de hermosa, y a pesar de ser muy cascarrabias es, después que la conoces, una persona dulce y sobre todo muy comprensiva, de hecho me recomendó que tomara la cita para el día que estuviera de guardia para ella atenderme; después de sendos abrazos subí hasta el laboratorio y también logre tomar la cita del mes.

Luego me acerque a “gastro” a buscar el resultado de una gastroscopia y otra biopsia que a pesar de no estar lista, la secretaria muy gentilmente me dio otra cita; allí nuevamente me sorprendí: la doctora con quien he tenido una sola consulta, me saludo con cariño, llamándome por mi nombre.

Nuevamente regreso a “Cirugía Plástica”, busco al doctor y me recibe con alegría comentándome que “la biopsia salió negativa”.
¡Guaoo! ,
Noticia buenas por todas partes… apenas son la 10 de la mañana y ya he realizados todo lo que tenía que hacer.

Antes de salir se me ocurrió llamar al doctor de partes blandas para saludarlo, también excelente amigo, tuve la suerte que estaba de guardia en el hospital y le comenté que algo había aparecido en la tomografía de tórax realizada recientemente y me insistió que lo esperara para revisar la placas…

Ni modo, me toco sentarme a esperar; saqué por enésima vez mi libreta de apuntes, y a "pensar" sobre que hacer mis notas…

De pronto me dije: porque no escribir sobre lo diferente que pueden ser algunos días…

Y aquí estoy: contento y escribiendo, contento y esperando...
siempre esperando… una nueva llamada.


Ver también:
http://simonalbertooliveira.spaces.live.com/

domingo, 5 de septiembre de 2010

Hay Días... (2da Parte)


Hay Días… (Parte II)

Hoy es lunes y tengo cita con el médico, me asomo a la ventana y el cielo promete lluvia; esta vez mi mujer tiene obligaciones en su trabajo y no puede acompañarme.

Sigo la rutina de siempre: llego al hospital, hago mi cola, entrego mi tarjeta (no sin antes recordarle a la señora que ya no tiene donde escribirle y por enésima vez me contesta lo mismo “en la próxima se la cambio”, esta vez me toca en el 2° piso.



Me encuentro que de los dos ascensores hay uno dañado, todo el rio de visitantes se canaliza por las escaleras, imagínense todos intentando subir y encuentras a pacientes con bastones o muletas detenidos en los escalones… menos mal que me toco el segundo piso.

Esta vez debo esperar en la sala donde está el televisor; como siempre, se encuentra repleta de pacientes y acompañantes. Lamento no colocarme en la zona que me agrada pero estoy seguro que allí no voy a escuchar la llamada del médico.



Sé que esta espera es de aproximadamente cuatro horas, por ello trato de cazar alguna descarriada silla, la consigo, me toca sentarme entre dos personas bastante rellenitas y al sumarme a ellas… ruego para mis adentros que no pasen la película de los “tres cochinitos”.
Como el espacio con que contaba en mis piernas, estaba lleno con mi barriga, el bolso de mano con el teléfono y la paca de exámenes, me vi obligado a decidir que esta vez me sería imposible escribir, así que me acomode como pude… y a ver películas se ha dicho.

Las sillas del hospital son de aluminio, muy bonitas y vienen en grupos de tres, tal vez cómodas para una oficina o un banco, donde el cliente va a usarlas por pocos minutos, pero para pacientes que deben esperar por lo mínimo dos o tres horas son terribles: Al cabo de un tiempo comienzas a sentir calambres en las piernas, amen que la posición que toma la espalda, por la curvatura de la silla, comienza a molestar; los pies no consiguen su puesto y el estómago te ronronea de hambre.

Sería muy cómico ver nuestros movimientos… yo los llamo “la Danza de las Nalgas”.

Este baile consiste en mover todo el peso de tu cuerpo, primero hacia la nalga izquierda, al cabo de un tiempo lo haces hacia la derecha, después retornas con las dos al centro y la espalda la inclinas hacia adelante; al poco rato se integran a la danza el movimiento de las piernas: levantándolas o cruzándolas, abriéndolas y cerrándolas; puedes darle variaciones cruzando los brazos o descansándolos en las rodillas, está terminantemente prohibido levantar los brazos en forma de cruz, ya que tu espacio es bastante reducido.

Las filas de sillas están tan juntas que si tienes la urgencia de ir al baño, ruégale a Dios que la persona que “yace” a tu lado no esté dormida, porque si es así tendrás que practicar “el salto de vallas”

Hoy ha sido increíble, hemos visto la misma película dos veces, resulta que la persona autorizada para manejar el DVD, ha salido justo minutos antes de terminarse y esta ha vuelto a repetirse…
Agréguenle que es una película cómica y piensen lo fastidioso que es reírse dos veces del mismo chiste.

Están llegando los pacientes citados para el turno de la tarde, miro hacia los lados y veo que soy el ultimo que queda del turno de la mañana; molesto y adolorido me acerco hasta donde está la “única odiosa" y molesto le hago constancia de mi situación y la muy, repito: “única odiosa”, me dice “¡Ya vengo!” y moviendo su feo trasero se me pierde en el laberinto de los consultorios.
Miro, pidiendo auxilio hacia mi silla y ya tiene otro dueño, no tengo más remedio que esperarla de pie, al cabo de un larrrgo ratoo, regresa: la “unicaodiosa” y sin mirarme me “muge” - tiene por delante dos pacientes mas y luego le toca usted-.

Miro el reloj y cuento las horas… ¡Esto es el colmo! ¡Tengo más de 7 horas sin desayuno y esperando la llamada!!! Si esto fuera un empleo ya estuviese en HUELGA.

Para no sentirme tan trágico me recuerdo de Linda (la canción de Daniel Santos) y termino sonriendo.

¡Al fin! …Soy llamado.



Al abrir la puerta del consultorio me consigo con una nueva doctora, es la primera vez que la veo, con voz cariñosa le doy las “buenas tardes” y ella inmutable ni siquiera levanta la cabeza y mucho menos contesta el saludo… ¡Coño! Me dije ¡esto es el colmo!
En el internado, desde pequeño, aprendí a colocarme una máscara de rabia que alejaba cualquier acercamiento raro, era algo así como un aviso: ¡Perro Rabioso! Luego la aplicaba con mis hijos cuando hacían algo indebido y funcionaba siempre; ...eso fue lo que hice.



Cuando ella se digno verme (por cierto con unos hermosos ojos), tal vez intimidada, su rostro y su voz se volvieron más amables y poco a poco la consulta se hizo más llevadera.
Leyó la historia, vio los exámenes, me auscultó, con voz preocupad me lleno de sabios consejos y tendiéndome su suave mano se despidió “hasta la próxima cita”… ¡Eso duro escasamente 20 minutos!!!

Ya cuando me retiraba le comente la tardanza de la llamada y cuando vio que mi numero era el 21, me dio como excusa que la “unicaodiosa”, primero le había enviado a los “viejitos” y con sorna le contesté…



“Doctora y yo que soy”

“Bueno hablo de los de 70 años”

Tuve que contener la sonrisa y pensé "Cuando se tienen 20 años nos parece que faltara un siglo para cumplir los 30... a mi edad no hay ninguna diferencia entre los 60 y los 70”.


En fin en vez de caminar, como hacia siempre al salir del hospital, tomé un taxi que me llevara rápido a mi casa, pensando solo en preparar el “desayuno-almuerzo tardío” de ese día…

Y ¡Uff vaya día! …

Simón Oliveira