Hasta Siempre |
Tardé en contestar tu mensaje y quiero disculparme.
Te explico:
Cuando lo leí me sentí muy emocionado, al principio tus palabras fueron como un aromático café por la mañana, como la bendición de la madre, la mirada de tu compañera, el abrazo de los hijos al despertarte; por esa alegría te escribí una hermosa y larga carta de amistad, a mi edad es importante escribir las cosas para no olvidarlas.
Sé que puse mi mejor esfuerzo y tú quedarías impresionada al leerla.
Comenzaba, además del saludo que era como muy circunspecto “Amiga siento profundo placer al saber que me escribes…”
Continuaba expresando “la ternura que tiene tu rostro con tus ojos color de espuma, lo emocionante de descubrir tu alma en nuestra primera cita y lo reconfortante que fueron tus dulces palabras cuando te entregue esa parte de mi vida…”, claro seguramente lo escribí con tonos menos románticos.
Luego creo recordar que me expresaba sobre tus consejos y recomendaciones y decía algo como… “gracias por tu permanente lealtad y tus acertadas orientaciones” aunque sé que esa parte no era tan seca…
Y acercándome al final terminaba escribiendo sobre “la profunda tristeza que se adueña de mi alma al no poder continuar disfrutando de tu compañía”, aunque creo que no era tan cursi.
En fin al terminarla, muy orgulloso la guarde muy bien, sin embargo me sentía apesadumbrado, porque en ella me despedía de esos momentos mágicos que siempre guardaré en mi memoria…
Es una esplendida Carta de tres páginas y te juro que ha sido la mejor que he escrito en mi vida… estoy seguro que tú la hubieses guardado como un tesoro.
Pero… desafortunadamente llevo días y días buscándola por los rincones de mi casa, la llamo por todas partes y no me contesta…
…debo aceptarlo: la edad y el olvido que a ella acompaña me enfrenta a una triste realidad “NO LA ENCUENTRO” y lo peor no me acuerdo bien lo que escribí.
Entonces tomé la decisión de dejar la carta donde la guardé (tal ves fue en el olvido) y decirte:
Amiga mía por siempre y para siempre: te quiero mucho.
Simón