domingo, 15 de noviembre de 2009
SALA DE ESPERA (una historia parecida)
Dibujo:simón oliveira
Son las 7 am y el miedo se comparte con un montón de rostros desconocidos, soy una entre decenas que esperan una llamada: “Sra. Carmen Martínez”, anuncian por el altavoz, y alguien que más parece una cosa se para lentamente y camina más despacio, de inmediato la silla es ocupada por otro cuerpo al cual tampoco queremos ver su cara.
Siento como escalofrío de fiebre, un ambiente hostil se huele en este recinto, me parece un mal momento para reflexionar sobre la vida, cuando la invitada principal es la muerte.
Por ahora la palabra compartida se nos hace trunca; siempre se dice que al encontrarse dos mujeres en un espacio vacío, la conversa se hace mitin.
Pero aquí, es el silencio quien nos habla y la mirada se esconde dentro de una revista que apenas miramos, ¡Como me gustaría estar sola!
Es preferible imitar al sueño relajando el cuerpo y cerrando fuertemente los ojos, al principio se nos parece difícil, pero cuando te conviertes en invitada preferencial de este lugar, comienzas como los magos a desaparecerte y desaparecer a los demás; aprendes a ser invisible, porque para ti támpoco las demás no existen.
Y es cuando entonces, el seudo-sueño se repite una y mil veces…
…tengo 13 años y la vida se me presenta inmensa, mimada por mis padres, solo el baile era mi codicia, los chicos se peleaban por sacarme a bailar y yo cual princesa de cuentos danzaba y danzaba, sin siquiera mirar con quien bailaba, ¿si era otro príncipe o algún recogelata? …poco me importaba.
¿Los estudios?, siempre en segundo lugar pero “muy bien gracias”…
…celebro quince primaveras, y estoy de verdad hermosa, mi traje espectacular, mi baile superfino, al fin soy una chica superrealizada.
Casi termino mi noveno grado, toda la familia discute sobre cuál debe ser la carrera que escoja para profesionalizarme y en cual universidad inscribirme; mi padre el abogado, daba por descontado que sería en la “Andrés Bello”, mi madre rememorando quizás su propia juventud anarquista, insistía que la “Central” era lo más apropiado; mis amigas querían que nos encontráramos en la “Santa María” y el torpe de mi hermano mayor, con su actitud de “ñángara” reprimido, me mencionaba al oído que debería ir a la “UBV”.
Pero mi cuerpo comienza a sentir cosas diferentes, empiezo a fijarme más en los chicos:
Juan con su porte de “desgarbado intelectual”, siempre interesante, corro hacia él, cuando tengo problemas con las materias.
José, algo aniñado pero muy galante, llego al liceo y me espera para llevarme los libros.
Efraín: el poeta, con su voz de trueno desmenuza mis sueños en sus versos, lástima de su cara flaca y llena de espinillas.
Manuel… ¡ah! Ese Manuel, siempre riéndose, con un chiste en los labios y una picardía en los ojos, a veces me ruborizo, y otras siento algo que corre entre mis piernas cuando escucho sus chistes y cuentos porno.
…Pero al que más miro fijamente es a Ricardo, parece un adonis, con su cuerpo musculoso, su pelo negro que resbala entre sus ojos también negros, su boca siempre húmeda, como esperando que un beso se la seque…
Ricardo no estudia en el liceo, dicen los amigos que está en la “Simón Rodríguez” y que es estudiante de filosofía (esto decide definitivamente mi carrera y donde estudiarla), además me cuenta Sarita, que su papá es un médico pediatra de mucha fama y dinero.
Cuando se escucha el rugido de una moto grande, todas volteamos y allí está él, cual centauro sobre su “Honda”…
A veces pienso que si me invitara a salir, me desmayaría.
… ¡Dios!, que excitante es sentir el aire traspasando los poros de mi rostro, el pelo latiendo al viento y el ronronear de la moto que se mete en mis pantorrillas y sube a través de mis piernas para asentarse en mis nalgas.
Nos dirigimos a un “Halloween” en Las Mercedes, es la quinta de una mujer todavía joven que le dicen la “serena”, se que a ella le gusta mi “Richy”, pero me aprisiono más a su cuerpo, como poseyéndolo para transmitirle mis ansias… Te tendré bailando toda la noche y no dejare que la “bruja” esa se te acerque…
Ricardo, por fin estamos juntos, somos la ¡Más bella pareja de toda la vida!
He comenzado a fumar marihuana, me la dio Ricardo, al principio fue muy divertido. Esa tarde me jubile del colegio, y él alquiló una habitación en el hotel ALADINO, era hermosa, toda decorada con distintivos árabes, con razón ayer me dijo que metiera mi vestido de danzas árabes en mi morral (yo había pensado que algún día le bailaría solo a él), me lo hizo poner y en su cabeza se colocó un turbante, la música embrujaba el ambiente, se me acerco con la cabeza agacha y me ofreció un cojín rojo fuego, cuando se arrodillo ante mí, vi dos cosas que parecían cigarrillos mal elaborados y me dijo: “Princesa, hoy te llevaré en mi unicornio, a tocar el cielo”.
No me fue muy placentero el sabor amargo de aquel mi “primer porro” y debido al fuerte dolor de cabeza que me dio, tampoco disfrute el habernos acostado…
Pero esa tarde comprendí lo importante que para él era él que compartiéramos sus “cosas”.
Mis padres están un poco molestos porque mi promedio escolar ha bajado muchos, mis antiguas amigas dejaron de aconsejarme cuando les dije “envidiosas”. A veces me gustaría escaparme con Ricardo y hacer nuestras vidas juntos.
Ayer me dijo que debíamos esperar que el terminara de graduarse y que pronto tendríamos una gran casa, por cierto son pocas las veces que me menciona algo de "su" Universidad.
¡Virgen Santísima!!! Estoy preñada!!!
Ya van dos meses que la regla no me baja. He hablado con Ricardo y me dice que él me ama, que al fin se va a cumplir el más hermoso de sus sueños, y es tener una familia, sus palabras me alientan el alma y envalentonan mi espíritu; y yo soñadora y despreocupada me veo junto a él paseando el bebé en cochecito por “Los Caobos”, mientras la envidia de mis ex compañeras las carcome por dentro.
Ahora puede caerse el mundo, que su amor me protegerá cual muro de contención.
Hace días que no tengo noticias de Ricardo, lo llamo al celular y no responde ¿estará enfermo? Voy a pasar por su casa y trataré de verlo, aunque me pidió que nunca lo hiciera ya que le causaría mucha rabia el desobedecerlo…
A lo mejor está en la finca de su papá… Mejor espero un poco más.
Me siento destrozada, ayer mis amigas me dijeron que Ricardo y su familia se mudaron para Miami, que se marcharon por un problema de Ricardo con la policía, no sé qué hacer, estoy enferma y me siento sin fuerzas para nada.
Hoy me toca visitar al médico obstetra, mi madre no quiso acompañarme, todavía tenía el aliento alcohólico de ayer, mi padre se marchó de la casa al poco tiempo de saber de mi embarazo.
Mi hermano mayor: el “torpe comunistoide” es mi única nodriza, me alienta, me obliga a tener valor, me empuja para que siga; me dice con dulzura: “hermanita tú y tu hijo cuentan conmigo para todo” y me da risa ya que nunca ha conseguido un trabajo estable.
La enfermera me saca la sangre, veo como se llenan las probetas y en ellas veo como mi vida puede diluirse poco a poco y caer en el sueño de nunca jamás. Cuantas veces he querido morirme, cuantas he querido saltar desde una ventana y sacar toda la tristeza que encierra mi vientre, no lo he hecho por el tarado de mi hermano, quien con dulzura soba mi barriga y le cuenta cuentos a lo que está adentro, creyendo que el feto lo va a escuchar.
Debo volver en pocos días a buscar los resultados, pero nada puede ser peor que una “Adolescente-madre soltera y sin familia”.
Dios mío quiero morirme, y mi hermano me toma en sus fuertes brazos y detiene mi caída… ¿Dios por qué?, nuevamente protesto y una cascada de lágrimas rueda por el piso.
Debía volver el mes próximo por los resultados, pero la enfermera me citó ayer, no me dijo que era URGENTE, pero que era necesario asistir cuanto antes. Al llegar me pasó muy rápido al consultorio del médico, él me habla de muchas cosas que casi no entiendo, que si el sistema inmunológico, algo sobre las propiedades y componentes de la sangre, lo único que sí comprendí temblando fue: “es portadora del VIH”, mi mundo ya partido, terminó por desboronarse…
Y como una Revelación Divina pregunte angustiada: … ¡Y mi hijo! era la primera vez que en siete meses le daba un nombre… MI HIJO
Ya un poco calmada y acompañada de mi hermano, que amorosamente sostenía mi mano, escuche las indicaciones del médico, me habló de la posibilidad que había de que los hijos no salieran contagiados por la enfermedad, me dijo que me mandaría a un hospital especializado en el tratamiento de las parturientas con SIDA, donde se me aplicaran los fármacos apropiados a mi enfermedad…
Y aquí estoy nuevamente como todas las semanas, ya tengo ocho meses de embarazo y tres del tratamiento…
...Son las 7 am y el miedo se comparte con un montón de rostros desconocidos…
Simón Oliveira
Noviembre 2009
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