Tiempos de Beisbol |
Cuento
II parte
(El tiempo de beisbol o mi niñez)
Abriendo el primer hueco se saltaron, alocadas de alegrías, un montón de canicas multicolores, le abrían paso tres grandes bolondronas y todas marchaban con su clásico sonido de maracas; se acunaron en mis manos, reencontrándome con mi infancia y sus vivencias.
Era llegar a la casa con un ojo morado por haber defendido mi propiedad privada, la única, que en ese entonces eran esas metras.
O recibir algunos correazos en las nalgas, por llegar tarde después de clase y cual explorador amazónico, con la única ropita del colegio…embadurnada de barro…
Luego, me asomo a la oscuridad de la profunda grieta y veo que me apuntan con un arma… es un viejo soldadito de plástico, su uniforme, su fusil, su casco y su cara era todo de verde.
Por un momento quise preguntarle donde estaba aquel glorioso regimiento con el que gané muchas batallas, acostado de barriga sobre el piso de mi casa vieja.
¿Qué pasó con los tanques que invadían playas y montañas? hechas con la tierra de las macetas de las plantas de mi madre… ¿Donde quedó su estatua de la libertad?…
Pero su mirada silenciosa y temeraria me hizo guardar silencio, me miró con el ceño fruncido, y sin bajar su arma, comprendí que era un duro y solitario sobreviviente… o tal vez un héroe abandonado…por su País de fantasías.
Detrás de él desfilaron: Un camión de Bomberos que cojeaba de dos ruedas, le faltaba la escalera, creo que tal vez se perdió en algunos de mis incendios imaginarios…
Los restos de una perinola… le faltaba el palo, la cuerda estaba deshilachada y mi dedo pulgar tembló recordando los golpes recibidos jugando “Martillito”.
Un trompo sin punta… en el costado agrietado, mostraba el agujero de una herida, huellas de los golpes que llevó, también fue un héroe de muchas peleas callejeras… ¿Cuál de mis amigos le daría el golpe de gracia?
También se me vino rodando, despacio, como para impresionarme: una descosida pelota de beisbol, tenía en uno de sus lados, una rúbrica desleída por la humedad….
Ahora recuerdo, ¡Me la dio mi viejo! …hace ya tanto tiempo…
La tomé en mis manos para acariciarla, y sentándome en mi viejo sillón…
…me reencontré una tarde jugando en la puerta de mi casa, era víspera de Navidad, mi padre llegó con unos amigos, estaban uniformados de peloteros, venian de jugar su caimanera, tal vez ganaron el juego porque venían contentos y lo más probable un poco encendidos; me tomó en sus brazos y luego de darme un sonoro beso en el cachete, me dijo “cierra los ojos y abre las manos”, pensé que, como era su costumbre me daría unos caramelos, pero sentí algo grande que casi no me cabía en ellas; cuando abrí los ojos, sostenía una hermosa pelota de beisbol…
Y tal vez vio el brillo de alegría en mis ojos… que hizo que uno de sus amigos la firmara, al devolvérmela, me dijo muy seriamente, “esta es la firma del mejor pelotero del mundo”.
Nunca puse en duda esa afirmación, de hecho mis amiguitos se quedaban boca-abiertas cuando se las mostraba y orgulloso les contaba lo del gran pelotero, “el mejor del mundo”.
Esta vieja pelota había sido mi gran tesoro.
Si mi padre viviera, lo llamaría para contarle lo feliz que me hizo recibir ese regalo, y lo hermosos que fueron mis momentos de la niñez …
...Continuara....
No hay comentarios:
Publicar un comentario