martes, 14 de diciembre de 2010

Tiempos de Recuerdos (1ra. Parte) El Comienzo

Tiempos de Recuerdos
TIEMPOS DE RECUERDOS
Cuento
I Parte (el comienzo)

Ayer fue viernes y empezó diciembre, comienza la época de la “alegría”; los tumbaranchos y triquitraques empiezan a perforarme los oídos...
y a veces no sabemos si son fuegos artificiales o simples balas buscando a la vida; las cervezas y el vino, aderezados con muchas hayacas, nos hace resentir el estómago, que poco a poco se convierte en panza.


Terminé mi trabajo y tomé rumbo a mi casa, cansado como siempre de “patear la calle”; las tiendas a mí alrededor me coqueteaban, tratando de sustraerme el poco dinero que recién había metido en mis bolsillos.


La tarde se iba marchando, empujada por la noche que bulliciosa de fiestas se hacía dueña de mi barrio.


La gente reía, bailaba y tomaba; una música estridente retumbaba por todo el lugar mientras yo me sentía cansado del trabajo…y de la vida, por ende mi humor no estaba muy dispuesto a compartir sus alegrías.


Al abrir la puerta de mi habitación, sentí por primera vez el olor de la tristeza; me detuve a ver de dónde salía… y pude sentir que sus paredes desconchadas, me hablaban de abandonos y pérdidas.


Grietas rellenas de nostalgias se paseaban por el piso, semejaban cicatrices, profundas huellas del batallar cotidiano, del que nunca se sale vencedor.


Cansado lancé mis trastos callejeros sobre el roído sillón “de visitas”… compañero triste de mis tristes historias; siempre allí, listo a compartir mis soledades etílicas.


Me recosté en mi cama, alcahueta silenciosa de amores inconclusos, cómplice eterna de trasnochos solitarios, impregnada de aromas de olvidos…


¡Ahhh! Como cambiaria ese olor por el perfume que se destila de un cuerpo femenino.


Y sin nada que hacer, sin nada que pensar, estiré mi mirada hacia arriba, quería traspasar el techo y las nubes, para llegar al infinito y extraer del profundo universo, la sabiduría… o al menos…


…un consejo de cómo recomenzar… o terminar mi vida.


Y lo que logré… fue tropezar con un techo ennegrecido por el humo de cigarrillos y el moho del abandono, que no dejaban reflejar la luz y la alegría, que intentaba colarse por el quicio las ventanas…


Mi mente se inundó de malos recuerdos.


Y una pequeña lágrima brotó de mi alma atormentada.


Y grité desesperado…


¡Ya basta!...


Tomé entonces una determinación, salí a buscar una gran caja donde echar todos mis recuerdos…

¡Voy a limpiar de tristezas mi cuarto!


Empecé por romper las paredes, todas ellas repletas de huellas de ilusiones que se fueron.

Descarcajando el friso, fui descubriendo huecos, donde yacían un montón de objetos inútiles que poco a poco y a través del tiempo, se fueron aparcando en las esquinas de mi vida.


Esto fue lo que encontré:

... Continuará....







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