sábado, 12 de septiembre de 2009
A mi amigo José
Estimado amigo José.
Espero te sientas bien, donde quiera que te encuentres.
Paso a comentarte lo siguiente: ayer, mientras dejaba pasar la mañana, tropecé con Juan, ese nuestro compinche de juventud, tú debes recordarlo, el de nuestro tiempo de estudiantes, el que hablaba mucho de Marx, siempre con una franela del che y el mapire terciado sobre el hombro, el del afro (a pesar de no ser moreno, ¿o sí?),…mira aquel que estudiaba pintura en la Cristóbal Rojas.
Como te decía me tropecé con él, en el museo, afortunadamente todavía sigo esa costumbre y los domingos a falta de hacer otra cosa, me escapo del tedio de ser abuelo y bajo el pretexto de recibir el sol matutino, me paseo por los museos, allí me contento con ver la belleza estática de la buena pintura y la otra belleza, esa que refresca los sentidos con un hermoso contornear de la cintura.
Nos sentamos a compartir un café, y extrañamos un buen trago de ron en el bar de Carmelina, desafortunadamente mi corazón y su diabetes lo impiden (a veces es sentir la nostalgia de una edad que se escapo detrás de los sueños).
En esa cafetería, discutimos sobre los premios de arte, le mostré mi escrito, no sé por qué desde que lo publiqué lo mantengo en el bolsillo de mi paltó (me cuesta decirle “saco”), sobre ese tema estuvimos de acuerdo en que tal vez nuestra apreciación se debía mas a la edad (ella penetra en nuestros sentidos y nos convierte en conservadores a ultranza), que al conocimiento del arte actual. …No obstante nos quedo la duda si esos artistas sabían algo de dibujo.
Hablamos de diferentes tópicos, entre ellos: la tardanza de los bancos en el pago de la jubilación, por cierto me recomendó una botica que queda por Lidice, donde salen más baratas las medicinas (lástima, amigo, que tu no las usas) y nos quedamos en que esta nueva “generación Blackberry” tenían poco respeto a nuestra edad.
El mesonero pasaba y pasaba, mirándonos de mala gana, tal vez pensando en la poca propina que un par como nosotros podían darle.
Se nos acercaba sin miramientos la tarde y tocamos el tema político, aunque todo lo antes comentado también era político, como lo es todo tema que mencione al ser humano; dentro de la amena y a veces acalorada discusión, cuando le hable del tema Chileno (un tema que fue en nuestra juventud de sentir mucha alegría , cuando recibíamos tus cartas, los discos y las esperanzadoras noticias de ese país austral), se molestó un poco y me dijo “Simón tu eres un romántico trasnochado, enratonado de revolución….”
…!Abuelito, abuelito¡…que subas que mi mamá te tiene el té y que es hora de tus pastillas…, era mi nietecito que tomándome con apuro la mano, terminó de golpe con esa discusión…
No recuerdo si me despedí de Juan…tampoco si me tomé las pastillas, bueno eso se lo dejo siempre a mi nuera.
Pero aquí en este cuartico, viendo el viejo álbum de recortes de noticias, escuchando tus poemas que me hablan de un país cantando libertad… y releyendo tus viejas cartas llenas de esperanzas…
...sigo lamentando que tú aún seas solo un nombre, en esa interminable lista de “DESAPARECIDOS”.
Coño, es muy entrada la noche, como me gustaría colocar un disco del Quilapayun…
…se que lo habrías disfrutado…
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