Simón Oliveira |
Año 2000, día del padre, si mal no recuerdo, días antes había tenido una de las pocas discusiones con mi hija… tampoco mi memoria guardó el motivo; lo que si he conservado es el regalo que recibí ese día, como compensación a mi tristeza.
Hoy once años después, quiero compartirlo con todos ustedes.
Este Poema fue escrito por Lynne Gerard y editado en español en 1994
Dios bendiga a todos los hijos.
“Para mi Padre”
Desde el día en que nací, tú has estado a mi lado.
Aún en las primeras etapas de mi infancia,
sentía tu calidez, tu ternura y tu silenciosa autoridad.
Tú contribuías de tantas formas a mi bienestar…
y cuando estaba cerca de ti,
siempre me sentía a salvo.
La vida era simple…
Tú me proveías de todo lo que necesitaba,
y me cuidabas, y yo caminaba feliz por mi senda breve,
sin saber jamás, sin ver jamás que complicada podía ser la vida para ti.
En ciertas oportunidades, cuando discutíamos,
yo creía que tratabas de imponerte en el camino de mi felicidad…
No era capaz de ver más allá de mí y entenderte…
Muy pocos fueron los momentos en que pude ser testigo
de cuan vulnerable eras.
Pero en esas raras ocasiones, comprobé
la profundidad de tus sentimientos.
En aquellos momentos, cuando no sabías que yo te miraba,
ví lagrimas en tus ojos y eso me conmovió hondamente.
Esos instantes tan especiales, tan íntimos,
se convirtieron para mí en experiencias de crecimiento,
porque comencé a intuir al hombre detrás de mi padre.
He aprendido que eres mucho más que “papá”,
eres una persona única,
con esperanzas y sueños y aspiraciones…
Ha llegado el momento,
ahora, de que sepas que sé, y veo, y comprendo…
Tú te sacrificaste muchas veces,
te postergaste para que yo pudiera alcanzar mis oportunidades.
Tú cargaste con todo el peso de los problemas,
para que, de esa forma, yo pudiera vivir despreocupadamente.
Tú me amabas tanto que te mantuviste firme cuando fue necesario,
para evitarme una mala experiencia.
Tú dejaste de lado tus propios sueños,
para que yo fuera capaz de realizar los míos.
Has hecho todo esto y mucho más por mí,
para que fuera feliz, para que viviera en plenitud
y para que sintiera que me amabas.
Hoy quiero pedirte perdón por aquellas ocasiones
en las que fui egoísta y por la visión tan limitada que tuve de tu mundo.
Hoy quiero agradecerte por todo el amor que me entregaste,
y por todas las veces que permaneciste a mi lado.
Hoy quiero que sepas que estaré siempre aquí por ti,
por ti, por si alguna vez me necesitas.
Trataré de apoyarte para que logres todas tus metas,
y de ayudarte a hacer realidad tus sueños.
Ya ves, he llegado por fin, a conocerte:
eres una gran persona y un magnifico padre.
Por todas estas razones,
hoy, permíteme decirte, como en los lejanos días de mi infancia,
sin pudor y con la misma primera emoción,
simplemente:
¡Papá te quiero!
Lynne Gererd
1994
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