pintura de: simon oliveira.
A veces recibimos correos de muchos amigos enviándonos presentaciones extraordinarias, de ellos recuerdo el de Neruda, Gabriel G. Márquez, otros de una hermosa religiosidad, algunos como la matanza de delfines que nos dan mucha rabia, en fin, pero hay algunos que se quedan en nuestro correo como recordatorio de que somos la creación más perfecta (aunque por lo del libre albedrio, no nos comportemos como tal), de DIOS.
Este lo acabo de recibir y tiene una especial ternura para los que como yo, nos acercamos por la edad, cada vez un poco más al final de una hermosa existencia.
Dios me permita seguirla disfrutando… junto a ustedes.
Los quiero
simón
“CUANDO YO ME VAYA”
Carlos Alberto Boaglio.
Cuando yo me vaya,
no quiero que llores,
quédate en silencio,
sin decir palabras,
y vive de recuerdos,
reconforta el alma.
Cuando yo me duerma,
respeta mi sueño,
por algo me duermo,
por algo me he ido.
Si sientes mi ausencia,
no pronuncies nada,
y casi en el aire,
con paso muy fino,
búscame en mi casa,
búscame en mis libros,
Buscame en mis cartas,
y entre los papeles
que he escrito apurado.
Ponte mis camisas, mi sweater, mi saco
y puedes usar todos mis zapatos.
Te presto mi cuarto, mi almohada, mi cama
y cuando haga frio, ponte mis bufandas.
Te puedes comer todo el chocolate
y beberte el vino que deje guardado.
Escucha ese tema que a mí me gustaba,
usa mi perfuma y riega mis plantas.
Si tapan mi cuerpo, no me tengas lastima,
corre hacia el espacio, libera tu alma,
palpa la poesía, la música, el canto
y deja que el viento juegue con tu cara.
Besa bien la tierra, toma toda el agua
y aprende el idioma vivo de los pájaros.
Si me extrañas mucho,
disimula el acto,
búscame en los niños,
el café, la radio
y en el sitio ese
donde me ocultaba.
No pronuncies nunca
la palabra muerte.
A veces es mas triste vivir olvidado
que morir mil veces y ser recordado.
Cuando yo me duerma,
no me lleves flores
a una tumba amarga
grita con la fuerza
de toda tu entraña
que el mundo está vivo
y sigue su marcha.
La llama encendida
no se va a apagar
por el simple hecho
de que no esté más.
Los hombres que viven
no se mueren nunca,
se duermen a ratos,
De a ratos pequeños,
y el sueño infinito
es solo una excusa.
Cuando yo me vaya, extiende tu mano,
y estarás conmigo sellada en contacto,
y aunque me veas, y aunque me palpes,
sabrás que por siempre
estaré a tu lado.
Entonces, un día
sonriente y vibrante,
sabrás que volví
para no marcharme.
http://www.carlosboaglio.com.ar
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