miércoles, 3 de abril de 2013

Un hermoso recuerdo

EN FRANCA COMUNICACIÓN

 

He visto poco y experimentado mucho.

Muchas de mis experiencias se van quedando atrás como campanario en silencio.

Vivir sin tropezar, es absurdo de admitir, sobre todo porque si llegas a caer, aprenderás demasiado.

 

Recuerdo que de niña, saber cosas de la vida era de gran interés; hoy, quisiera ignorar tantas cosas.

Y es que uno lo educan y forman para trabajar, para funcionar en esta sociedad; te estimulan para ser líder, para amar, como tradición familiar.

Te inculcan alguna fe y se piensa que todo eso bastará. De esas cosas de la vida que me hubiera gustado jamás conocer es el miedo, pues de alguna manera a todos nos toca tropezar.

 

Detesto el miedo –y quien no- , que produce la soledad; aborrezco el miedo que intenta aniquilar mi potencial, lo borraría con gusto para que no cometiéramos errores sin querer, porque en circunstancias él se crece para dominarnos, logrando ser más fuerte que nuestra integridad.

 

Hay un texto bíblico que reza “El amor echa fuera el temor”. Y yo les pregunto con franqueza ¿Amar sin temer se puede? ¿O es un miedo al que todos nos acostumbramos?

 

Marog

Noviembre 1994

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