Un hermoso recuerdo |
EN
FRANCA COMUNICACIÓN
He
visto poco y experimentado mucho.
Muchas
de mis experiencias se van quedando atrás como campanario en silencio.
Vivir
sin tropezar, es absurdo de admitir, sobre todo porque si llegas a caer,
aprenderás demasiado.
Recuerdo
que de niña, saber cosas de la vida era de gran interés; hoy, quisiera ignorar
tantas cosas.
Y
es que uno lo educan y forman para trabajar, para funcionar en esta sociedad;
te estimulan para ser líder, para amar, como tradición familiar.
Te
inculcan alguna fe y se piensa que todo eso bastará. De esas cosas de la vida
que me hubiera gustado jamás conocer es el miedo,
pues de alguna manera a todos nos toca tropezar.
Detesto
el miedo –y quien no- , que produce la soledad; aborrezco el miedo que intenta
aniquilar mi potencial, lo borraría con gusto para que no cometiéramos errores
sin querer, porque en circunstancias él se crece para dominarnos, logrando ser
más fuerte que nuestra integridad.
Hay
un texto bíblico que reza “El amor echa
fuera el temor”. Y yo les pregunto con franqueza ¿Amar sin temer se puede?
¿O es un miedo al que todos nos acostumbramos?
Marog
Noviembre
1994
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